Sra.
P, después del nacimiento de su bebé, que fue normal, pero estaba sometido a
exhaustivos estudios diagnósticos por síntomas transitorios.
He estado yendo al hospital a consultorios
médicos una y otra vez y he sido interrogada. Las molestias comenzaron luego
que fui operada. Los médicos me hicieron hacer uno y otro examen – cada examen
que encontraron me lo solicitaron desde un enema baritado, un estudio
contrastado del tubo digestivo alto, hasta lo que fuera. Yo hacía preguntas y ellos solo escribían receta
tras receta, diciéndome que tomara los medicamentos, los que hasta la fecha no
han interrumpido mi sufrimiento.
Les pregunté “¿Porqué me dan tantas indicaciones cuando soy tan alérgica a los medicamentos?”. Cuando hice todas esas preguntas ellos sólo me dijeron que debía confiar. Al comienzo tomé todos los medicamentos que no ayudaron mucho. Me cansé de aquellos doctores que estaban “ayudándome” y que me decían como debía sentirme pero no escuchaban lo que yo tenía que decir sobre mi sufrimiento. Llega un momento en que se debe poner un límite “hasta aquí llegó todo”.
Por lo que decidí cambiar de doctor porque deseaba una segunda opinión. Cuando consulté ese otro médico, el me examinó, sacudió la cabeza y dijo “No se, pero tome este medicamento”. Él escribió una receta y me pidió que regresara en dos semanas. El dolor no mejoraba y la medicina no estaba teniendo ningún efecto. Regresé a verle, me examinó otra vez y le pregunté por los resultados de los estudios que me había hecho, pero me respondió que aún no los tenía. Él se sentó por unos cinco minutos, sacudiendo su cabeza, y escribió cinco recetas! Y cuando le pregunté para que eran solo contestó, “Solo tómelas. Confíe en mi y tómelas y así llegaremos al final de esto”.
Dije “Esta bien”, entonces él dijo que le pediría a otra persona que me examinara y que volviera en cinco semanas. Me senté allí por unos minutos hasta que el otro doctor entró. Él tomó su estetoscopio y escucho de un lado – mi lado derecho – fue al otro lado del escritorio y escribió para mi dos recetas mas. Cuando le pregunté para que eran, dijo que tan solo confiara en él y que volviera en dos semanas. Le dije que no era un conejillo de indias y que no iba a tomar todos esos medicamentos. Rompí las recetas y abandoné el consultorio.
Les pregunté “¿Porqué me dan tantas indicaciones cuando soy tan alérgica a los medicamentos?”. Cuando hice todas esas preguntas ellos sólo me dijeron que debía confiar. Al comienzo tomé todos los medicamentos que no ayudaron mucho. Me cansé de aquellos doctores que estaban “ayudándome” y que me decían como debía sentirme pero no escuchaban lo que yo tenía que decir sobre mi sufrimiento. Llega un momento en que se debe poner un límite “hasta aquí llegó todo”.
Por lo que decidí cambiar de doctor porque deseaba una segunda opinión. Cuando consulté ese otro médico, el me examinó, sacudió la cabeza y dijo “No se, pero tome este medicamento”. Él escribió una receta y me pidió que regresara en dos semanas. El dolor no mejoraba y la medicina no estaba teniendo ningún efecto. Regresé a verle, me examinó otra vez y le pregunté por los resultados de los estudios que me había hecho, pero me respondió que aún no los tenía. Él se sentó por unos cinco minutos, sacudiendo su cabeza, y escribió cinco recetas! Y cuando le pregunté para que eran solo contestó, “Solo tómelas. Confíe en mi y tómelas y así llegaremos al final de esto”.
Dije “Esta bien”, entonces él dijo que le pediría a otra persona que me examinara y que volviera en cinco semanas. Me senté allí por unos minutos hasta que el otro doctor entró. Él tomó su estetoscopio y escucho de un lado – mi lado derecho – fue al otro lado del escritorio y escribió para mi dos recetas mas. Cuando le pregunté para que eran, dijo que tan solo confiara en él y que volviera en dos semanas. Le dije que no era un conejillo de indias y que no iba a tomar todos esos medicamentos. Rompí las recetas y abandoné el consultorio.
Finalmente volví a la médico de
familia que ha cuidado de mí durante veinte años. Ella me conoce realmente bien
y fue exquisita. Me escuchó y no trato de decirme que era lo que yo sentía.
Ella me retiró todos los medicamentos y los dolores comenzaron a aliviar.
Sra.
M una camarera de cincuenta y dos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario