Tomado de Sueños de tener alas
A los que se pasan por aquí más o menos habitualmente, quizás les extrañe el título de esta entrada, tenendo en cuenta la que escribí hace poco más de un año durante mi Séneca en Málaga. Y es que esto de decidir la especialidad a la que te quieres dedicar, es probablemente la decisión más difícil.
A los que se pasan por aquí más o menos habitualmente, quizás les extrañe el título de esta entrada, tenendo en cuenta la que escribí hace poco más de un año durante mi Séneca en Málaga. Y es que esto de decidir la especialidad a la que te quieres dedicar, es probablemente la decisión más difícil.
Este año, en 6º de carrera (porque medicina son 6 años, y no 5 como piensa mucha gente) he rotado por especialidades nuevas. De las quirúrgicas solo he estado en maxilofacial y general y aunque las operaciones me siguen fascinando sobremanera, los cirujanos no me hacían a penas caso y no pude ayudar ni ver de cerca en ninguna de ellas, así que la verdad es que muy aprovechadas no fueron. También hice prácticas de anestesia, y he de decir que me gustó bastante la especialidad, aunque eso de tener que hacer tantos cálculos con los fármacos y poner tantas inyecciones y vías no me moló tanto (no se si alguna vez os he dicho, que lo único con lo que me he mareado en quirófano, ha sido con las epidurales...).
Con la sensación con la que acababa la mayoría de las rotaciones (sobre todo si me tratan bien) era con que me gustaba la especialidad. Recuerdo cuando empecé la carrera, que había varias especialidades que descartaba rotundamente: las de laboratorio (anatomía patológica, micro...), radiología, ginecología, trauma y atención primaria.
Después, a lo largo de los años fui descubriendo especialidades que no sabía ni que existían, o que nunca me había planteado: oncología radioterápica, preventiva, medicina del deporte, inmunología, farma clínica, endocrinología, alergología... hay un montón! xD
Cuando empecé a hacer rotaciones (allá por 4º) pude conocer más de cerca muchas de estas especialidades (no todas, porque algunas ni las he estudiado y de otras nunca tuve prácticas) y me di cuenta de que prácticamente todas me gustaban. Cuando me pasaba esto por una parte me sentía confundida, ya que ¡no quería tener que elegir una sola especialidad y perderme los encantos de todas las demás! Aunque no he tenido mucha suerte con los tutores/as de prácticas, las veces en las que me han tratado bien he disfrutado muchísimo con mi bata puesta y explorando pacientes, fuera cual fuera la especialidad en concreto. Me encantó aquel día en el quirófano ambulatorio de derma, ayudando a quitar lesiones de la piel, o aquella consulta de otorrino viendo tímpanos e interpretando audiometrías. Me parecieron interesantísimos los pacientes de endocrino y las exploraciones de la neuróloga pediátrica. Me emocionó aquella terapia de grupo con pacientes depresivos y flipé en colores cuando me dejaron sondar a un paciente urológico después de una resección endoscópica de tumores vesicales.
En fin, que todas, todas las especialidades me han parecido fantásticas, y se que probablemente hiciera la que hiciera (siempre que tuviera contacto con pacientes) me acabaría encantando.
Asi que en esa tesitura he estado casi todo este último año, pensando que no quería renunciar a ponerme unos guantes y una mascarilla y aprender a operar a un paciente, pero tampoco dedicarme a un solo órgano dejando de lado los demás, ni tampoco por ser cirujana, tener poco trato real con el paciente... Os digo que cuando te gusta tanto la medicina es muy difícil elegir. Muy muy difícil.
Y entonces, a finales de este año me tocó hacer rotación durante un mes entero en un centro de salud. Tengo que confesar que fui a regañadientes ya que lo que yo quería era rotar en ambulancias, pero solo nos dejaban estar una semana y las restantes 3, nos teníamos que comer las urgencias de hospital, y esto si que no lo quería porque ya en 3º había experimentado lo florero que te puedes llegar a sentir siendo un estudiante. Asi que allá que me fui, al centro de salud, pensando que serían 4 aburridísimas semanas de catarros y patologías sin interés (recordad que esta especialidad la descartaba desde que entré en la carrera!).
No podía estar más equivocada...
Las 4 semanas de centro de salud, han sido, con diferencia las mejores semanas de mi aprendizaje como estudiante de medicina. Ni un solo día me aburrí. Ni un solo día quería irme a la hora (a pesar de que nos daban las 3 fácilmente y ya había hambre) y ni un solo día pude dejar de sonreír y de disfrutar con nuestro cupo de pacientes y la excelencia de mi tutor (tanto profesional como humanamente). Os cuento que hasta disfruté haciendo la memoria de prácticas y aprendí mucho mucho más de lo que jamás soñé que aprendería en unas prácticas.
En mi facultad no existía una asignatura de atención primaria como tal (ahora con Bolonia me parece que si) y los únicos médicos de familia que me dieron clase en la carrera fueron los de Preventiva (en Málaga) y los de los talleres de AP a los que me apunté este año voluntariamente. Y puedo decir, y sin querer quitar mérito a los fantásticos especialistas que he conocido, que los médicos de familia me han parecido los profesionales más humanos, más vocacionales y más enamorados de su profesión que he conocido.
Y la cosa no ha dejado de ir a más. En twitter, sigo a varios profesionales sanitarios que tienen blogs estupendos y que cuentan muchas de sus peripecias. Entre ellos, hay varios médic@s de familia. Y con cada cosa que publican me siento más unida a esta especialidad. Y no es que hayan dejado de gustarme las otras especialidades o que ya no me de pena despedirme de la cirugía. Pero lo que aportan los pacientes en atención primaria y lo que podría aportar yo como médica está a años luz (o al menos así lo siento) de lo que podría aportarme y aportar yo en un hospital.
En estos tiempos difíciles para tod@s también lo es para los médic@s y hay pocas especialidades que se escapen al paro. La medicina de familia ha sido siempre una de las especialidades más maltratadas tanto por la sociedad como por la administración. Y eso lo ponen de manifiesto muchos profesionales de este sector. Por esto mi familia y yo misma a veces me planteo elegir otra cosa el día que me toque ir al ministerio, ya que como digo me gustan muchísimas especialidades y si tuviera una buena nota quizás podría decantarme por una especialidad con más posibilidades profesionales de cara a un futuro posterior a la residencia.
Pero entonces me encuentro con vídeos como éste y me doy cuenta de lo enamorada que estoy de la atención primaria. Cuando lo he visto esta mañana me he emocionado muchísimo y no he podido evitar ponerme a escribir este post. Quiero ser médica de familia. Quiero serlo con todo mi corazón y con toda mi alma. Y que me quiten lo bailao.
*El vídeo lo he sacado del blog de @tamarasancho : http://www.golinons.com/artistasbcn/7-minutos.html
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