Estamos en la consulta y nos llega una herida... como médicos sabemos cómo actuar ante una hemorragia: "tomamos unas gasas, hacemos compresión para la hemostasia.... importante limpiar y desinfectar.... ¡puede ser que incluso tengamos que suturar! Elegir el número del hilo, anestesiar localmente, el hilo pasa por arriba le damos un par de vueltas, cortamos...." las heridas del cuerpo, aquellas que vemos, son fáciles de curar... Hemos hecho un par de talleres en la facultad y nuestro "Rgrande" nos ha orientado en la técnica y guiado pacientemente en nuestras primeras veces ....
Pero... ¿y las heridas del alma?
Me despierto a medianoche con sensación de ahogo... ¡creo que es el corazón!
No he ido a la "quimio"... mi hijo lo está pasando mal y me necesita.
Llevo meses con estas molestias en el estómago y nada me lo cura
Ahora no puedo hacer estas pruebas, no sé como puedo ir hasta la ciudad.
Como médicos de familia estas situaciones y muchas otras llenan nuestras consultas de los Centros de Atención Primaria: lejos de la parte más orgánica, las heridas del alma, laparte más emocional y social del individuo y de la familia se nos presenta delantenuestro constantemente.
¿Cómo se curan? ¿Cómo se desinfectan y suturan? A menudo, lo que más necesitan estas personas es TIEMPO Y SENTIRSE ACOMPAÑADOS. Como profesionales, acompañar en el dolor, la pérdida, el miedo y la incertidumbre es del todo necesario tanto como difícil.
Estos dias he atendido una persona que padece crisis de angustia. El familiar, a quien hace unos meses acompañé en un proceso vital difícil, le dice - delante mío, gran espectadora de la vida, afortunada de estas experiencias- "yo también estuve así, ¡seguro que saldrás del pozo! Solo necesitas tiempo y alguien que te acompañe"- Parece que, somos nosotros, los médicos de familia, los quetenemos la suerte, la responsabilidad y la valentía, de acompañar a las personas a lo largo de toda su (nuestra) vida.
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