ERRORES
CLÍNICOS Y FANTASÍAS DE ERRORES EN LA ATENCIÓN HOSPITALARIA
Myriam
Ribes Redondo, ginecóloga y sexóloga.
SIAP
Granada, 2015
“Se humilde para admitir tus errores, inteligente para
aprender de ellos y maduro para corregirlos”
ERRARE HUMANUM EST
Los médicos erramos, como todo el mundo. Lo
hacemos cuando cometemos de forma involuntaria “una equivocación, por omisión o
comisión, que puede contribuir a que ocurra un suceso adverso”, es decir, un “evento o circunstancia que ha ocasionado
o podría ocasionar daño innecesario a un paciente”.
Cometer errores es algo inherente a cualquier
actividad, no solo humana. También los animales y las máquinas fallan: todos
erraremos en algún momento de nuestra vida. El interés reciente y creciente por
los errores, sus eventos adversos y la seguridad del paciente se debe a la toma
de conciencia del gran coste sanitario que suponen, hecho que ha ido parejo al
crecimiento de la hostilidad de un ambiente sanitario en el que la castrante
medicina defensiva -ante amenazas legales y vitales- se ha instalado para
quedarse.
TERROR AL ERROR
Error, horror y terror. Tres palabras que se
parecen tanto que nos producen sensaciones similares. Nos han educado a
despreciar la imperfección y a castigar la falta, a marcar a los culpables con orejas de burro, con letras
escarlata o estrellas de David sin reparo ni piedad. Adán, Eva y su mascota siseante fueron
castigados, lo mismo que Lilith por innovar y los sodomitas por gozarla….todo
error tiene su consecuencia y todo crimen su castigo.
Son trending
topic todas las noticias que hablen de errores clínicos, mal tratados y
peor comentados hasta en los medios más “serios”. La inseguridad se adueña de
los pacientes y el terror de nosotros. Y nos llenamos de fantasías de error,
esa malformación imaginativa que como un terror nocturno inunda nuestra tarde
de asueto: la falsa creencia de haber errado y sobre todo, de las horribles
consecuencias que ese error nos producirá a todos. Nadie se libra de esas
fantasías, pero no me negaréis que los más cercanos a cumplirla somos los
especialistas “focales” y en concreto los que focalizamos en lo mío, los number one del ranking de denuncias,
penas, indemnizaciones y otras maldades. El error aterra, se oculta, hunde y
claro, se repite.
¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?
Si no sabemos dónde fallamos nunca podremos
mejorar. El ENEAS es un estudio epidemiológico que se diseñó para conocer la
frecuencia de eventos adversos (EA) en los hospitales españoles en el 2005. La
incidencia de EA resultantes fue similar a la de otros países: un 9,3%
relacionados con la asistencia sanitaria, y 8,4% en la asistencia
exclusivamente hospitalaria (excluyendo lo originados de Atención Primaria,
Consultas Externas y otros hospitales) Uno de cada cinco EA se originó en la
pre-hospitalización (Primaria, Urgencias extra o intrahospitalarias), y sus causas se relacionaron con la medicación, las
infecciones nosocomiales y problemas técnicos. Casi la mitad (42,8%) de los EA
era evitable. El 54,9% de los EA
hospitalarios fueron moderados o graves y la mortalidad fue de un 4,4%. Los
costes de los EA hospitalarios de nuestro países se asumen a la actividad de 6
hospitales de 500 camas.
El número de EA pre-hospitalarios y los errores
de medicación iluminan con luces de neón la falta de comunicación entre
profesionales como uno de los puntos de mayor conflicto. En ello no solo debe
influir el mal concepto que tenemos unos de otros –habríamos de ponernos de vez
en cuando en los zapatos ajenos- sino la dificultad de los circuitos de
comunicación: teléfonos inaccesibles, correos que no se leen, múltiples
programas de historia médica y medicación sin conexión alguna entre ellos…La
medicación errónea, las infecciones nosocomiales y los problemas técnicos
podrían minimizarse con una mayor implicación en los protocolos de seguridad y
formación.
Conseguir una reducción de errores y sus EA
requiere:
-
Formación: Elaboración y difusión de guías de práctica clínica de
forma continuada.
-
Análisis: Valoración y seguimiento de la
situación mediante indicadores
-
Implicación: Sensibilización de todos los
profesionales, desde la Atención Primaria al Hospital y desde el celador al
jefe de servicio, pero también del propio paciente y su familia.
-
Comunicación: Con todos los implicados, el
paciente y su familia.
Las estrategias de política sanitaria
destinadas a disminuir el problema de salud pública que son los EA, deben de
contemplar todos estos puntos, además del correcto tratamiento del evento
adverso cuando este ocurre.
A LO HECHO, PECHO
Por mucho que intentemos reducir los errores,
y lo hemos de hacer, alguno cometeremos. Hay errores buenos, como las serendipias (hallazgos casuales
positivos a consecuencia de un error) gracias a las que tenemos viagra, fuegos
artificiales, penicilina y cortos de Pixar. Pero la mayoría de los errores no
tienen un lado positivo y solo tras un largo y doloroso proceso nos pueden
servir para algo.
-
Identificar: Hemos de reconocer el error y
también su fantasía.
-
Reconocer: Admitir un fallo, sin culpabilizar,
es una lección de humildad que nos pone los pies en el suelo. Duele, pero duele
más ocultarlo.
-
Notificar: Notificarlo a los compañeros es
terapéutico, docente y hermana.
-
Explicar al paciente/familiares: Es ético y es
sano. Reparar el error ayuda al perdón propio y ajeno.
-
Aprender: Saber que puedes errar te centra y
te hace más proclive a averiguar sus causas, corregir las evitables y perder el
miedo a volvernos a equivocar.
CAMINA O REVIENTA
Aprender de los errores para minimizarlos y
mejorar en nuestra práctica clínica, esta es la idea. Y la utopía. Porque
llevar a cabo este proceso en nuestra sociedad es una tarea imposible sin la
implicación de los profesionales, de la estructura sanitaria y legal y de la
sociedad en general.
Quizá en la Asistencia Primaria, donde la
relación con el paciente y los compañeros es estrecha y larga como un
matrimonio, la reconciliación puede ser más fácil. Pero en un hospital, lleno
de aventuras intensas de una noche, la empatía y la fidelidad renquean. He
pensado hacer una pequeña encuesta entre mis compañeros “focales” para
argumentar mis sentimientos hacia los errores, si tengo éxito os la mostraré en
Granada. Porque yo confieso que cuando te has visto implicado en un evento
adverso grave con sus consecuencias judiciales y mediáticas, cuando has visto
como renquea el apoyo institucional, el de los compañeros que te señalan y el
de los pacientes que pasan de amantes a bandidos, cuando temes que las
consecuencias afecten a tu sueldo, tu libertad, tu vida y el pan de tus hijos,
aprendes, claro que aprendes. Aprendes con ansia qué es lo que hay que hacer
para no cometer más errores pero sobre todo te blindas para que si cometes
alguno no te pillen más. Eludes riesgos, eludes responsabilidades, no avanzas y
acabas convirtiéndote en aquel adjunto quemado al que juraste no parecerte
nunca.
Espero que incombustibles como Jesús y Sergio
tengan clones en Atención Hospitalaria y el Ministerio. Desearía que una lluvia
de sensatez y lógica inundara los medios, los juzgados, los ministerios y los
hospitales. ¿Me podréis convencer de que será así?
Os pregunto:
La comunicación es un punto clave en los EA.
¿Qué proponéis para mejorar la comunicación entre Primaria y Hospitalaria?
¿De qué manera podemos los profesionales
influir en un cambio social, legal y sanitario que favorezca la “excelencia”
pero sobre todo el seguir “siendo médicos”?
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