Dr. Marcelo Müller Ramírez
Si
buscamos el concepto de familia nos podemos encontrar con las siguientes
definiciones: Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas; conjunto
de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje; Conjunto
de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común, entre
otras.
La
felicidad, la encontramos definida como el estado
de ánimo que se complace en la posesión de un bien. Si bien estos reflejan los
conceptos generales, como agentes de salud y en contacto directo con la
población, podemos decir que familia es un sistema de relación y ayuda, con o
sin relación consanguínea, que se lleva a través del tiempo y a lo largo del
ciclo vital, en constante lucha por tolerarse, mediante procesos de cambio, con
el fin de buscar el equilibrio y adquirir en conjunto los aprendizajes
necesarios.
Podemos asegurar que la familia sana y feliz
es aquella que cumple sus funciones: ya sea biológica, educativa, económica,
solidaria y protectora; siendo capaz de
adaptarse, de ser proactiva, suficientemente capaz de tolerar los desacuerdos, la
que se preocupa por el bien común, gestora, con protagonismo activo, que se reconstruye
permanentemente, que puede reflexionar y aprender.
El tema de la funcionalidad es difícil de
abordar, sobre todo si hablamos de familias disfuncionales; quizás el término
correcto sería disfuncionante, ya que la familia se encuentra en un proceso de
cambio y no es un estado definitivo.
Como dice Humberto Maturana: en la
biología del amor es más fácil ser feliz que infeliz; amar que no amar. La
felicidad es no tener nada que ocultar, no tratar de defender imágenes, haber
vencido las apariencias, las máscaras, la competencia. Lo que se necesita es un
compromiso ético en función del mundo en que se quiere vivir, y tiene que ser
expresado en términos del deseo de convivencia que sirva de referencia para
corregir los errores de la vida cotidiana.
A los pacientes que vemos a diario, es
conveniente preguntarles quién es su familia, qué es para ellos la felicidad y
desde esa perspectiva poder ayudarlos a alcanzar ese estado de plenitud y
funcionalidad necesaria; debemos saber aceptar y muchas veces interpretar que,
por ejemplo, las mascotas sean parte importante para un paciente, que incluso
como se ha mencionado en otros post de este blog, falten a sus controles por
cuidar a sus animales.
En fechas importantes, como navidad o año
nuevo, muchas personas refieren que se sienten solas, que están tristes, que no
tienen un familiar con quien compartir. En respuesta a esto, debemos activar
las redes necesarias que permitan satisfacer las necesidades de atención y
convivencia de los individuos con su entorno, para que puedan interactuar más
allá de un fin instrumental o ganancial, donde prime la naturaleza afectiva de
la relación y esa “pasión por estar juntos”.
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