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La necesidad de separar la atención de un paciente, por ejemplo, en morbilidad -motivo de consulta agudo y puntual-, salud mental, y control de crónicos, termina siendo un beneficio para la institución y sus trabajadores. No obstante, ¿quién ha pensado en el paciente?
Empieza el día y tengo 12 minutos para ver a quienes vienen por una consulta puntual. Entra la primera persona y ¡sorpresa!, no sólo un resfrío lo aqueja, también me comentó de sus problemas con el antihipertensivo y su presión descompensada. Por otro lado, me comenta también que perdió su trabajo y al continuar la conversación, revela que presenta criterios suficientes para diagnosticarle depresión. Miré el reloj, me detuve y pensé: “Yo puedo manejar los problemas recién planteados, pero no en 12 minutos”. Resuelvo entonces, citarlo en otra ocasión; y si es en el policlínico de crónicos o salud mental, mejor. En fin,teniendo las herramientas para lograr aportar al paciente, tuve que segmentarlo dado el tiempo y la lógica de las metas, horas y recursos.
Lo anterior es un escenario bastante común en la Atención Primaria de Salud (APS). No obstante, me llama la atención que el paciente -tal como su denominación cotidiana nos indica- se acostumbra pacientemente a la segmentación y noblemente va al policlínico en varias ocasiones, seguramente pidiendo permisos o abandonando tiempo importante que podría aprovechar con su familia. Se suma, que además debe negociar en el centro asistencial las horas que estén disponibles, las cuales que en definitiva no están cercanas unas de otras.
Pero nosotros, los médicos, no lo hacemos nada de mal. Creemos que de esta forma es “más fácil”. Erróneamente denominamos estas situaciones como de “menor complejidad” y nos aburren. Finalmente, las terminamos catalogando como “menos complejas”, cuando en realidad son tan complejas como la atención terciaria -hospitales-. Lo que varía es la gravedad del paciente y el tipo de manejo, pues nadie puede decir que cambiar el estilo de vida de un paciente, o intervenir a la familia y la comunidad, es menos complejo. Lo triste es que ellos algo de razón tienen, dado que hoy en día las cosas en la APS se ven así: “menos complejas”.
Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos de especialistas por implementar una visión más holística del paciente, aún predomina de manera importante la visión bio-médica, generando una mirada segmentada del paciente por patologías o por enfermedades, no por su necesidad como persona. Y en el ámbito médico, muchas veces se ve a la APS como el “hermano pobre” y menos inteligente, siendo utilizada como un trampolín de puntos para una especialidad futura que como objetivo de trabajo.
Empero, la visión bio-psico-social nos invita a mirar al paciente íntegramente, a cambiar las lógicas de consultorios a centros de salud familiar (CESFAM). A entender que podemos resolver muchas cosas desde la APS y que en ella se forja un lugar de grandes oportunidades para mejorar sustancialmente la salud de los chilenos.
El camino es complejo, sin embargo, tengo la esperanza de que algún día nuestra salud se sustente en la prevención y promoción, el empoderamiento y resolutividad, pensada en el paciente como ser humano y no segmentado como enfermedad.
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