miércoles, 18 de diciembre de 2019

Diez años como médico de atención primaria, diez aprendizajes.

Diez años como médico de atención primaria, diez aprendizajes.
Autor: Dr. Jorge Pacheco, médico familiar

1.- La agenda médica es sólo una orientación. Un paciente puede estar citado cada 15, 20 o 30 minutos y requerir más o menos tiempo. Más que fijarse en el reloj, hay que buscar un equilibrio en la jornada completa. Si un paciente se atrasa, se puede pasar al siguiente.

2.- Hay que mantenerse accesible para los pacientes. Revisar exámenes en el pasillo toma sólo unos minutos y ahorra le ahorra a los pacientes la fatigosa tarea de pedir hora. Si hay algún hallazgo de importancia, puedes citar al paciente con más tiempo.

3.- No es necesario saber TODO del paciente en la primera entrevista. A diferencia del hospital, en atención primaria verás al paciente en muchas ocasiones. Una entrevista muy detallada te fatigará a ti y al paciente, además de dejar poco tiempo a acordar las indicaciones.

4.- No hay que asumir la relación social entre el paciente y el acompañante. Pueden parecer padre e hija y ser pareja. Tampoco hay que asumir la orientación sexual, es preferible preguntar por la pareja que por el esposo o la esposa.

5.- Los pacientes “difíciles” son en realidad pacientes desafiantes en los que se requiere un uso intensivo de habilidades comunicacionales: escuchan activa y negociación. Hay que tener paciencia ya que de ellos se aprende mucho.

6.- Si el paciente se calla, el médico también lo hace. Si bien los silencios son incómodos en ciertas situaciones sociales, cuando el paciente lo hace - habitualmente - está pensando qué decir. No hay que interrumpirlo porque nos sentimos incómodos.

7.- Una manifestación de un trastorno mental común puede ser un síntoma físico, habitualmente asociado a una preocupación excesiva. Centrarse sólo en el estudio del síntoma puede ser muy frustrante para el paciente, sobretodo si los exámenes son normales.

8.- No tratar todo síntoma con medicamentos. Algunos síntomas son pasajeros, otros mejoran con manejo no farmacológico y en otros casos el manejo farmacológico tiene un impacto marginal. Es muy fácil llegar a la polifarmacia, sobretodo en adultos mayores.

9.- El mayor beneficio del control glicémico estricto ocurre en personas jóvenes con diagnóstico reciente de diabetes. El objetivo terapéutico de la mayoría de los pacientes en atención primaria es de 7%-8%, sobretodo en adultos mayores donde el tratamiento intensivo produce frecuentemente hipoglicemias.

10.- Se practica poco la observación expectante (“watchful waiting”), pero es una muy buena estrategia diagnóstica. Sobretodo en situaciones de alta incertidumbre clínica.

martes, 13 de agosto de 2019

Prevención cuaternaria: es posible (y deseable) una asistencia sanitaria menos dañina














Toda acción tiene una cara y una cruz; toda decisión clínica conlleva simultáneamente beneficios y perjuicios.

 Llamamos prevención cuaternaria al conjunto de actividades que intentan evitar, reducir y paliar el daño provocado por la intervención médica.

 La prevención cuaternaria concierne por igual a la Atención Primaria y a la hospitalaria, pero es en la primera donde más actos se realizan, y por tanto, donde el potencial de evitar daños es mayor

. La medicalización de la salud y la arrogancia de la medicina conllevan un mundo de excesos.

 La prevención cuaternaria debe impregnar desde las prácticas diagnósticas hasta las preventivas, pasando por las medidas rehabilitadoras y el uso de medicamentos dañinos.

Además de estrategias prácticas conscientes de prevención cuaternaria, conviene desarrollar otras semiautomáticas, intuitivas, en el torbellino del trabajo clínico diario.

Cabe hacer daño al ofrecer prevención cuaternaria en el día a día. No conviene, por ello, aceptar sin críticas las propuestas de prevención cuaternaria.

Resumen

La prevención cuaternaria es el conjunto de actividades que intentan evitar, reducir y paliar el daño provocado por la intervención médica.

 Aunque todas las actuaciones clínicas buscan un beneficio, ninguna está exenta de riesgos. Así, pruebas diagnósticas, actividades preventivas, medicamentos prescritos o métodos rehabilitadores pueden desencadenar cascadas de acciones que generen círculos viciosos dañinos.

 Existen múltiples ejemplos de prácticas sanitarias innecesarias, perjudiciales o sobreutilizadas: la utilización del PSA para el despistaje del cáncer de próstata, el amplio uso de los inhibidores de la bomba de protones como «protector gástrico» o la solicitud de chequeos analíticos periódicos en personas sanas son algunos ejemplos.

 Por ello, es preciso desarrollar estrategias que nos permitan responder con fundamento y rapidez a la incertidumbre en la consulta, siempre con la máxima calidad y el mínimo daño posible.

Acceso a texto completo en este link 

miércoles, 7 de agosto de 2019

Docencia en APS: Experiencia de una Visita Domiciliaria Integral


Fuimos al departamento donde vive una paciente centenaria, por solicitud de su cuidadora que tenía nada más y nada menos que 80 años. El motivo de la visita fue porque la paciente sufría constantemente de dolor en su pie derecho producto de una placa de titanio que fue colocada para reparar una fractura hace más de 10 años, la cual nunca fue removida. Al preguntarle a su cuidadora, sobre la medicación de la paciente, se dio cuenta que la dosis de paracetamol que le estaba dando no era la correcta y que se había equivocado “por distraída”. Inmediatamente sale de la pieza de donde estábamos y comienza a llorar, pidiéndonos ayuda.
La cuidadora, se veía sobrepasada por los cuidados que necesitaba la paciente, ya que ésta es 100% dependiente, por lo que no sabe qué más hacer.
Refiere que recibe apoyo de una de sus hijas con la cual vive, quien la ayuda solo económicamente, mientras que la Sra dispone 100% de su tiempo y energía en el cuidado de la paciente. Además comenta que la ayuda de otra cuidadora a la cual le paga por 2 días a la semana, pero que actualmente, como están con problemas económicos, están pensando en prescindir de sus servicios pronto.
Las tres viven en buenas condiciones, en un departamento limpio con todas las necesidades básicas cubiertas (Luz, agua, gas). Se nota que existe una preocupación hacia la paciente, que la quieren y la cuidan. Se preocupa que tome todos sus medicamentos, de su alimentación, de sus cuidados personales, pero todo este trabajo para una cuidadora longeva ha sido bastante agobiante y estresante, al punto de colapsar al frente del equipo que la visitó. Nos contó que la paciente no tiene contacto ni relación con ningún familiar y que tampoco tiene amigos cercanos. Nunca se casó ni tuvo hijos y no tiene relación con sus hermanos ni sobrinos desde hace años, por lo que la cuidadora y su hija son las personas más cercanas que tiene.

Se conversó con la cuidadora para que supiera que el CESFAM la apoyaría, que su caso se vería en la próxima reunión y que pronto una asistente social la visitaría. Además le contamos que existen el programa “Respira” y que se podría conversar con la municipalidad para obtener apoyo por parte de ellos.
Al despedirnos, pese a seguir emocionalmente lábil se mostró agradecida por el apoyo recibido.
El plan en este caso, además del programa Respira y del apoyo Municipal para aportar al financiamiento de una cuidadora, debería hacerse en cuanto antes la visita por la asistente social, realizar una Valoración geriátrica integral a ambas adultas mayores y buscar a familiares de la paciente en caso de que la cuidadora desista de los cuidados, ya que legalmente le corresponde hacerse cargo al familiar más cercano.

Cristóbal Farrú Oliva
Interno de Medicina
Universidad de los Andes

sábado, 23 de marzo de 2019

EL ENFOQUE DE LA FORMACIÓN MÉDICA EN CHILE

AUTOR: FELIPE CARO ASENJO, INTERNO DE MEDICINA, UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN, CHILE 

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Durante nuestra formación como médicos y médicas se nos han entregado diversas herramientas que se engloban en un conjunto de características y habilidades que debemos poseer tanto a nivel científico, como clínico y humano, pasando desde las más importantes habilidades duras, hasta las imprescindibles, pero a veces no tan bien trabajadas habilidades blandas. 

Desde el punto de vista práctico, el mayor tiempo que hemos estado en formación ha sido esencialmente a nivel hospitalario. Gran parte de nuestra formación clínica se ha dado en contextos de atenciones de alto nivel de complejidad, pudiendo acceder a formación por parte de especialistas y subespecialistas en diversos contextos, con la intención de que la integración de las distintas competencias adquiridas a lo largo de la carrera tenga como resultado un nivel de conocimiento más complejo de lo que quizás se espera para un médico no especialista. Debo aclarar, que por complejo no me refiero a esencial, magnificente ni nada por el estilo. Todo lo contrario, complejo implica adquirir conocimientos que exigen muchas veces herramientas que también son complejas. Por ejemplo, tener sospecha de una enfermedad inflamatoria intestinal en base a la formación recibida es completamente necesario, sin embargo, el nivel de formación nos exige aún más que sepamos criterios diagnósticos, y, en ocasiones los tipos de tratamientos para determinados tipos de pacientes.

Este último hecho, se ve replicado en distintas áreas del conocimiento médico y en las distintas especialidades y subespecialidades, lo que nos da la sensación de que la orientación de la formación médica en Chile, apunta a médicos que deben estar preparados para enfrentarse no solamente a los pacientes, sino al aparente ineludible hecho de ser formado como especialista. 

Desde hace unos años, el enfoque de la atención médica en Chile se ha volcado hacia la integralidad en la atención primaria. Esto incluye, que gran parte de los problemas y conflictos asociados a salud y enfermedad de los usuarios se resuelvan en la atención primaria, correspondiendo esto esencialmente a los Centros de Salud Familiar (CESFAM). 

En este contexto, es que parte de nuestra formación como médicos y médicas encuentra un conflicto con la orientación y enfoque de salud familiar y atención primaria que como política pública se ha buscado implementar ya desde hace varios años en nuestro país, ya que el mismo hecho de que pasemos gran parte de nuestro tiempo de aprendizaje en un centro de alta complejidad, que incluye principalmente atención y resolutividad de nivel terciario, nos genera barreras y brechas formativas, al momento de incluirnos como profesionales una vez egresados a la atención primaria de salud. Un ejemplo de los conflictos habituales, son contar con herramientas en ocasiones no tan diversas como las que, si se encuentran a nivel hospitalario, ya sea a nivel de exámenes, de fármacos y suministros, entre otros. Esto impacta, en que al momento de ejercer muchas veces se nos dificulte o no tengamos la capacidad de resolver los problemas de los pacientes con las herramientas que tenemos a mano, que, en ocasiones, como se mencionó, son limitadas al menos en cuanto a diversidad, y en ocasiones, también en cantidad. 

Por otro lado, la visión familiar e integral de la medicina de atención primaria, como un pilar central del desarrollo, implementación y generación de bienestar en salud en Chile, es algo que hasta estos momentos de mi formación dentro de la carrera (7mo año) es poco conocido, ya que como se mencionó previamente, la formación clínica que tenemos, no nos conecta con estos niveles de atención. 

Particularmente, en el caso de mi propia formación universitaria, este conflicto busca resolución en nuestro internado de salud pública, el cuál cumple un rol fundamental en acercarnos a la atención primaria de salud, con todas las herramientas que el enfoque familiar de atención ofrece. Esto supone un desafío para nosotros, ya que significa adquirir conocimientos sobre la marcha respecto a cosas que antes no teníamos, como lo son los estudios de familia, las educaciones participativas del adulto, atender y conocer a nuestros pacientes con enfoque de género, los conocimientos técnicos para llevar a los pacientes a cambios de conducta, entre otros. Si bien es cierto, lo anterior es positivo en nuestra formación como futuros médicos y médicas, también quizás es un poco incierto en el sentido en que quizás al experimentar esto por primera vez y en un periodo acotado de tiempo (es decir, que no ha sido una constante transversal en el aprendizaje y formación en la carrera), ya que son sólo 3 meses, en ocasiones puede que no hagamos las cosas del todo bien y no sepamos realizar cosas como estudios de familia, con la misma habilidad con la que quizás si sabemos hacer otras cosas en el contexto hospitalario. 

Lo anterior demuestra una falencia importante a nivel de la formación como médicos y médicas. Muestra que somos y seremos deficientes en algunos aspectos que guardan relación con la atención de nuestros pacientes. Soy partidario, de que los grandes cambios en salud en Chile deben provenir desde dos lugares, desde los mismos usuarios y usuarias, y de las escuelas y centros formadores de profesionales de la salud. En este sentido, encuentro inexplicable, que la orientación hacia la Atención Primaria que ya lleva muchos años en nuestro país, desde la implementación del primer CESFAM, no haya ido de la mano con un cambio instantáneo en las mallas curriculares de los centros formadores de nuestros profesionales de salud. 

Aparentemente, los cambios que han mostrado algunas Universidades, nos hacen creer que se están haciendo las modificaciones necesarias. No debemos olvidar que estos esfuerzos tienen por fin último el entregar una mejor atención a nuestros y nuestras usuarias, y que finalmente, el mejor de todos los sueños, es esperar que los médicos del futuro (aun habiendo yo ni siquiera egresado) sean mejores de lo que nosotros lo seremos.