¡Qué rabia!
A sus seis años
de vida, se encontraba en un hogar sustituto esperando ser adoptado por alguna
familia que en su seno no hubiera tenido la fortuna de procrear. Sin mayores
problemas de salud y con un futuro prometedor, pues el papeleo estaba a punto
de acabar porque su cuidadora, ya había recibido el anuncio de la cesión de la
patria potestad a su favor.
Salió a jugar con uncompañerito en la casa
contigua y con la inocencia a flor de piel, se acercó a acariciar a un
cachorro. No pudo esquivar las fauces del can. Con sangre en su rostro y
cuello, muy adolorido, fue llevado a la urgencia.
-
Es una mordedura leve, no
requiere internación- mencionó el galeno. El cachorro está vacunado y lo
podemos observar.
Rápidamente y con anestesia local, lavaron
las heridas de cara y cuello. Administraron dipirona y diluidos y completitos
los dos gramos de dicloxacilina endovenosa, por si acaso en mayor cantidad, le
hacía mayor provecho.
La madre
putativa recibió la receta médica. Debía administrar una tableta de
acetaminofén cada 6 horas y una cápsula de dicloxacilina cada 8 horas. Siguió
las recomendaciones al pie de la letra. Horas después, Luis ardía en fiebre.
La desesperación
se apoderó de la familia. Con dificultad para deglutir alimentos fiebre y mucho
dolor, volvieron a llevar al menor a la urgencia. Esta vez aplicaron analgesia
endovenosa y tomaron un hemograma, al parecer todo estaba bien. Nuevamente le
enviaron a casa, pues no había de qué preocuparse.
Una semana después y con imposibilidad para
movilizar el cuello, el niño fue llevado a la clínica.
-
Doctor tiene el cuello hinchado
y no ha podido tomar ni agua.
El doctor pensó que Luis estaba presentando
meningitis o un absceso faríngeo. Ordenó canalizar y sangrar para tomar
muestras.
La enfermera destapó el yelco y hábilmente,
con la experiencia que dan los años, lo insertó en la pequeña vena de Luis. Pasaron
unos segundos antes que Luis comenzara a sacudirse.
Luis hizo paro
cardio-respiratorio. En pocos minutos estuvo el equipo en proceso de reanimación,
a la primera dosis de adrenalina y el primer ciclo de masaje cardíaco,
reapareció el pulso, todo un éxito. Luego fue trasladado a la unidad de cuidado
intensivo. Permaneció en la unidad durante tres meses. Drenaron en múltiples ocasiones
abscesos en cuello. El estudio de líquido cefalo-raquídeo afortunadamente fue
negativo para rabia, según el reporte el Instituto Nacional de Salud.
Ahora con
secuelas de encefalopatía hipóxica pos-reanimación, luchando por la vida con la
nueva familia que le acogió, pidiendo pañales, silla de ruedas, pañitos
húmedos, crema antipañalitis, gastrostomía;entre úlceras de decúbito y
neumonías por microaspiración o reflujo, terapia fonoaudiológica, ocupacional y
física para ver si algún día recupera lo que se perdió en un segundo.
Y en los pasillos comentan:
-
Menos mal no murió de rabia.
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